Me rehuso a no amarte todos los días,
A dejarte ir de mi corazón y de mi vida,
Me rehuso a no tenerte presente,
A no levantarme y verte
Me rehuso a dejarme llevar con las olas del mar, para aquel lugar que algún día será nuestro destino fugaz y futil, efímero o no pero llegando allá me rehuso a no estar presente y consciente de mi, de ti, de las cosas que jamás llegaron ni llegarán, de la plenitud del alma que se escapa con el suspiro de la mañana y regresa lentamente entre los latidos de un corazón lleno pero envejecido, cargado, triste pero aún con ganas de acelerarse entre los caminos, entre aquellas venas cargadas de esa sangre derramada por años de victoria y dolor.
Así un día como hoy me rehuso a perderte y decirte adiós
